Visión Espiritual – Parte II

Mente superior y mente inferior

 

Nuestra mente es compleja y hasta no hace mucho tiempo a la única que le dábamos credibilidad es a la mente inferior, que podemos ubicar fisiológicamente en el hemisferio izquierdo del cerebro. Es la mente lógica-analítica. La naturaleza esencial y función de la mente inferior es procesar la información bajo un aspecto concreto, argumentativo, racional.

La mente inferior está preparada para entender el mundo material a través de los cinco sentidos externos. Opera con la noción de límites y de tiempo cronológico:  pasado, presente y futuro.

En cambio, nuestra mente superior, se podría decir que está ubicada en el hemisferio derecho del cerebro. Está preparada para comprender de manera holística, global. Es la que nos conecta con nuestra parte intuitiva, creativa, imaginativa, de percepciones extrasensoriales, recuerdos y rememoranzas del alma. Está preparada para comprender lo eterno y atemporal. No se vincula estrictamente con los sentidos externos, sino con los sentidos internos.

La mente superior es simple, clara, no cae en redundancias, es asertiva, está liberada de la duda y del escepticismo. Su modo de conocimiento prioritario es la intuición. La esencia de la mente superior es todo lo que hay en el universo, cualquier fenómeno que se produce en la naturaleza es mente superior. Un ejemplo es la sabiduría de las abejas para crear sus colmenas o el corazón humano para bombear sangre al cuerpo.

Activamos nuestra mente superior cuando aprendemos a observarnos como seres humanos formando parte de una naturaleza global y cuando aprendemos a observar la naturaleza. La mente superior no necesita de programación, deriva del estado natural de nuestro ser.

Desde la mente superior, nuestra manera de aproximarnos a la realidad es integrando y no dividiendo. El proceso de integración significa que cada elemento de la realidad que podemos vislumbrar contiene todo. La mente superior nos permite descubrir que somos parte del todo, que cada uno de nosotros somos manifestaciones del todo.

Una manera muy clara de aquietar nuestra mente inferior para poder conectar con nuestra mente superior es a través de la respiración consciente y meditaciones. Nos ayuda a abandonar las expectativas, sólo respirar, hacer intenciones y visualizar lo que queremos manifestar, en nuestra vida, conectándonos con la emocionalidad, por ejemplo: paz interior, armonía, alegría, plenitud, creatividad. En ese preciso momento activamos un mecanismo consciente de algo que hacíamos de manera automática. Hacemos que se deslice cerebro derecho a cerebro izquierdo y viceversa.

Ambas mentes son importantes para nuestra vida, cada una con sus funciones. Son dos elementos esenciales de nuestro ser que pueden convivir.  El camino para lograr la armonía es  amalgamar ambas mentes y darles un uso adecuado.